Hueso.
El hueso es un órgano firme, duro y resistente que forma parte del endoesqueleto de los vertebrados. Está compuesto principalmente por tejido óseo, un tipo especializado de tejido conectivo constituido por células, y componentes extracelulares calcificados. Los huesos también poseen cubiertas de tejido conectivo (periostio) y cartílago (carilla articular), vasos, nervios, y algunos contienen tejido hematopoyético y adiposo (médula ósea).
Los huesos poseen formas muy variadas y cumplen varias funciones. Con una estructura interna compleja pero muy funcional que determina su morfología, los huesos son plásticos y livianos aunque muy resistentes y duros.
El conjunto total y organizado de las piezas óseas (huesos) conforma el esqueleto o sistema esquelético. Cada pieza cumple una función en particular y de conjunto en relación con las piezas próximas a las que está articulada.
La superficie de los huesos presenta prolongaciones, protuberancias y tuberosidades, en las que se insertan los ligamentos de las articulaciones y los tendones de los músculos, y una gran variedad de irregularidades como surcos, poros y depresiones por las que discurren y penetran los vasos sanguíneos y los nervios.
Composición y estructura de los huesos:
Los huesos son estructuras resistentes de color blando amarillento compuestos de sustancias minerales y orgánicas.
Las sales minerales le dan dureza y resistencia a los huesos y son:
Fosfato de calcio 85 por 100.
Carbonato de calcio 9 por 100
Fluoruro de calcio 4 por 100
Fosfato de magnesio 2 por 100
La oseína es la sustancia orgánica y constituye más de 1/3 del material que forma los huesos y ella confiere a los huesos elasticidad y resistencia.
Los minerales de los huesos no son componentes inertes ni permanecen fijos sino que son constantemente intercambiados y reemplazados junto con los componentes orgánicos en un proceso que se conoce como remodelación ósea.
Su formación y mantenimiento está regulada por las hormonas y los alimentos ingeridos, que aportan vitaminas de vital importancia para su correcto funcionamiento.
Estructura de los huesos:
Si se hace un corte longitudinal en el hueso largo podemos observar las siguientes estructuras:
El periostio o membrana fina conjuntiva que recubre todo el hueso.
El tejido compacto, que parte desde los extremos o epífisis y se engruesa en el centro o diáfisis,
El tejido esponjoso, que se ubica en la epífisis y constituye la médula ósea
El canal medular, que se encuentra ocupado por la médula ósea. En la médula ósea roja se encuentran los eritoblastos, de los cuales se originan los eritrocitos o glóbulos rojos, por tanto esta estructura constituye el principal órgano hematopoyético.
En cuanto a su estructura microscópica el tejido óseo está constituido por células óseas u osteoblastos y sustancia fundamental. En un corte transversal se observan los canales de Havers, alrededor de los cuales se disponen en capas concéntricas las laminillas.
Tipos de huesos:
Según su tamaño y forma, se pueden diferenciar tres tipos de huesos: huesos largos, planos y cortos.
Los huesos largos, como los de las extremidades, son cilíndricos y alargados. Disponen de un cuerpo central ó diáfisis y de dedos extremos o epífisis, que forman parte de las articulaciones. La zona en la que se une la diáfisis con los extremos óseos se conoce como metáfisis. Constan de una corteza, que es una capa externa de tejido óseo compacto de varios milímetros de espesor, y es la que brinda solidez al hueso, y de una zona interna denominada cavidad medular. La corteza está revestida por fuera por una lámina de tejido conjuntivo y óseo denominada endostio. La cavidad medular de los extremos óseos está rellena de un tejido óseo esponjoso, poco denso. En las zonas centrales de los huesos, la cavidad alberga un tejido distinto: la médula ósea.
Los huesos planos, como los del cráneo, el esternón, las costillas o los huesos ilíacos, son delgados, planos y anchos. Cuentan con una capa externa de tejido óseo compacto, y están rellenos de tejido óseo esponjoso.
Los huesos cortos, como las vertebras, los huesos del carpo de las manos y los del tarso de los pies, son pequeños y tienen forma cúbica o cilíndrica. Al igual que los huesos planos, cuentan con una capa externa de tejido óseo compacto, rellena de tejido óseo esponjoso.
El hueso no es totalmente sólido sino que tiene pequeños espacios entre sus componentes, formando pequeños canales por donde circulan los vasos sanguíneos encargados del intercambio de nutrientes. En función del tamaño de estos espacios, el hueso se clasifica en compacto o esponjoso.
El conjunto de un canal central, las láminas concéntricas que lo rodean y las lacunae, canalículos y osteocitos en ellas incluidos recibe el nombre de osteón o sistema de Havers. Las restantes láminas entre osteones se llaman
láminas intersticiales.
Hueso Compacto: constituye la mayor parte de la diáfisis de los huesos largos así como de la parte externa de todos los huesos del cuerpo. El hueso compacto constituye una protección y un soporte. Tiene una estructura de láminas o anillos concéntricos alrededor de canales centrales llamados canales de Havers que se extienden longitudinalmente. Los canales de Havers están conectados con otros canales llamados canales de Volkmann que perforan el periostio. Ambos canales son utilizados por los vasos sanguíneos, linfáticos y nervios para extenderse por el hueso. Entre las láminas concéntricas de matriz mineralizada hay pequeños orificios o lacunae donde se encuentran los osteocitos. Para que estas células puedan intercambiar nutrientes con el líquido intersticial, cada lacuna dispone de una serie de canalículos por donde se extienden prolongaciones de los osteocitos. Los canalículos están conectados entre sí y, eventualmente a los canales de Havers.
Hueso esponjoso: a diferencia del hueso compacto, el hueso esponjoso no contiene osteones, sino que las láminas intersticiales están dispuestas de forma irregular formando unos tabiques o placas llamadas trabéculas. Estos tabiques forman una estructura esponjosa dejando huecos que están llenos de la médula ósea roja. Dentro de las trabéculas están los osteocitos que yacen en sus lacunae con canalículos que irradian desde las mismas. En este caso, los vasos sanguíneos penetran directamente en el hueso esponjoso y permiten el intercambio de nutrientes con los osteocitos.
El hueso esponjoso es el principal constituyente de las epífisis de los huesos largos y del interior de la mayor parte de los huesos.
Es un tejido muy consistente, resistente a los golpes, presiones y tracciones pero también elástico, protege órganos vitales como el corazón, pulmones, cerebro, etc., asimismo permite el movimiento en partes del cuerpo para la realización de trabajo o actividades estableciendo el desplazamiento del individuo. Forma el aparato locomotor originando la estructura ósea o esqueleto y está revestido por músculos dependiendo de su ubicación. Es también un depósito de calcio movilizable, órgano hematopoyético (alberga a la médula: formador de los componentes formes de la sangre). Almacenamiento como reserva de calcio y fosforo del cuerpo.
Principales funciones de los huesos:
Articulaciones
Se denomina articulación a la unión de dos o más huesos entre sí. La función de las articulaciones es brindar movilidad y estabilidad a los segmentos óseos que se relacionan en ellas.
Tipos de articulación:
Según la amplitud de movimiento que permiten, existen tres tipos de articulación.
Las articulaciones fijas o sinartrosis, no permiten prácticamente ningún movimiento a los segmentos óseos involucrados, que contactan unos con otros directamente. Así ocurre en las articulaciones entre los huesos del cráneo, cuya principal función es proteger los órganos que se encuentran en su interior.
Las articulaciones semimóviles o anfiartrosis, pueden articularse ligeramente, y los segmentos óseos que la conforman están rodeados de una fina capa de tejido cartilaginoso o fibrocartílago. Tal es el caso de las articulaciones de los cuerpos vertebrales, los cuales solo permiten pequeños movimientos. Pese a ello, cuando se suman los movimientos del conjunto de articulaciones de la columna vertebral, ésta puede describir amplios movimientos de flexión, extensión o rotación.
Finalmente las articulaciones móviles o diartrosis, son las que brindan una mayor amplitud de movimiento; en ellas, los extremos óseos que se vinculan entre sí disponen de diversas estructuras que facilitan el deslizamiento de uno sobre el otro y garantizan al mismo tiempo la estabilidad de la articulación. La mayor parte de las articulaciones de las extremidades son de este tipo.
El cuerpo humano tiene diversos tipos de articulaciones móviles. La cadera y el hombro son articulaciones del tipo esfera-cavidad, que permiten movimientos libres en todas las direcciones. Los codos, las rodillas y los dedos tienen articulaciones en bisagra, de modo que sólo es posible la movilidad en un plano. Las articulaciones en pivote, que permiten sólo la rotación, son características de las dos primeras vértebras; es además la articulación que hace posible el giro de la cabeza de un lado a otro. Las articulaciones deslizantes, donde las superficies óseas se mueven separadas por distancias muy cortas, se observan entre diferentes huesos de la muñeca y del tobillo
El cartílago articular es una capa de tejido cartilaginoso y de grosor variables, que reviste la superficie de los extremos óseos que se encuentran dentro de las articulaciones. Su función es evitar el desgaste y la fricción de los extremos óseos, permitir que éstos encajen mejor y amortiguar, transmitir y distribuir las fuerzas de gravedad y de tracción muscular que convergen en las articulaciones.
El tamaño y la forma del cartílago articular varía considerablemente. Los cartílagos articulares mas voluminosos son los de las rodillas y caderas, que deben soportar una mayor fuerza de gravedad: su espesor, en estas articulaciones, puede llegar a 4mm.
La propiedad más importante del cartílago articular es la elasticidad, es decir, la capacidad de volver a su situación inicial tras ser sometido a una fuerte presión. Esta elasticidad es debida a que, al ser presionado, el cartílago articular expulsa agua de su propio tejido hacia la cavidad articular y cuando dicha presión cesa, absorbe el agua nuevamente.
- La capsula articular y el líquido articular
La cápsula articular o sinovial es una cubierta doble que envuelve las articulaciones móviles y que sirve para darles estabilidad. Las cápsulas articulares más voluminosas son las de las rodillas, que proyectan hacia el interior de la articulación unas muescas laterales o meniscos.
La capa externa de la cápsula articular, o membrana fibrosa, es un manto rugoso y extensible que está fuertemente unido a los huesos, justo en el límite de la articulación. La capa interna, o membrana sinovial, más delgada y elástica, reviste la articulación por dentro y está unida, por sus extremos, al cartílago articular. Su principal función es elaborar y secretar hacia la cavidad articular el líquido articular; además, cuenta con numerosas células defensivas.
El líquido articular o sinovial es un líquido viscoso y amarillento que ocupa el interior de la cavidad articular. Su función es lubrificar y reducir las fricciones entre los extremos óseos y nutrir al cartílago articular. También posee células defensivas.